Acabar con el crítico interno (Rob Burbea). Segunda parte

Esta es la segunda de tres partes, donde Rob Burbea nos habla sobre el crítico interno, qué es, sus efectos, y cómo acabar con él. Esta charla ha sido traducida del inglés por Sukha.

Nota sobre la autoría

Esta es una charla de Rob Burbea, cuyos materiales son custodiados por Hermes Amāra Foundation (HAF). El rol de HAF es custodiar las extensas enseñanzas de Rob Burbea, así como apoyar a los maestros y sangha (comunidad de practicantes) que participan en ellas.

Puedes encontrar la charla original en este enlace, junto con su transcripción en inglés. Para quienes comprendan bien el inglés, siempre recomendamos acudir a la fuente original.

La traducción al castellano es responsabilidad de Sukha y se ha realizado con permiso de HAF.

Acabar con el crítico interno (Rob Burbea). Segunda parte

Continuemos nuestra exploración: recordad que esta mañana quería trabajar con esta serie de enfoques, algunas de las cuales podrían sernos muy útiles para combatir, derrocar y disolver al crítico interno. La primera es la práctica de la bondad amorosa, el amor incondicional o mettā. Solo quiero mencionar de pasada algunos de los puntos de la lista, por eso no entré en mucho detalle sobre mettā, aunque sí lo haré con algunos de ellos. Pero el amor incondicional, la práctica de mettā, es el primero.

(2) ¿Y qué hay de la atención plena (mindfulness)? Este es el segundo enfoque. Permitidme que destaque dos cualidades presentes en la atención plena y las separe para nuestros propósitos de hoy: (2.1) La primera viene de la práctica de mettā, en el sentido de: ¿qué implica para la atención plena que nuestra atención incorpore amabilidad? En otras palabras, podríamos decir que esta es una cualidad natural de la atención plena, pero ¿qué pasaría si hiciéramos un poco más de más hincapié en ella? Damos más importancia a la cualidad de la amabilidad dentro de nuestra consciencia, dentro de la atención. Creo que Ajahn Sumedho, un monje muy conocido y maestro monástico, define la atención plena como curiosidad afectuosa. Es una buena definición porque captura alguna de las cualidades. Curiosidad afectuosa. Podríamos decir «entablar amistad».

Entonces ¿cómo sería traer la atención al crítico interno y a toda esa constelación del crítico interno, a todo ese funcionamiento del juez interior, y traer la atención plena a esto pero incluyendo una cualidad de amistad hacia esta personalidad interna, este personaje, este crítico interno? ¿Qué pasaría? ¿Qué pinta tendría? ¿Qué significaría? A veces, y tal vez conozcáis esto de otras instrucciones de meditación, cuando sentimos dolor en el cuerpo (en las rodillas, la espalda, etc.) mientras hacemos meditación sentada o caminando, decimos: ¿es posible llegar a conocerlo, enviarle atención plena de tal forma que sea una energía amistosa?

Con el crítico interno, esto se traduce en la siguiente pregunta: «¿Puedo dejarlo estar?». Es exactamente lo contrario a esa reacción automática: es tan desagradable y tan molesto que no queremos que esté. Incluso cuando no estamos pensando en el crítico interno, queremos librarnos de él, de manera comprensible. ¿Cómo sería entonces simplemente verlo? ¿Es posible dejarlo estar ahí, dejar que haga lo suyo, que de vueltas, que diga lo que necesite o quiera decir? ¿Cómo sería dejar que esté?

(2.2) Por decirlo de otra manera, ¿cómo sería darle espacio? Cuando está activo, darle mucho espacio, y no seguir esa reacción inicial, comprensible, de intentar librarnos de él. Desde luego que vamos a querer librarnos de él: es horrible, es una auténtica pesadilla. ¿Cómo sería ver que quiero librarme de él, sentir esta fuerza que quiere librarse de él, pero contenerme y ver si puedo abrirme a él, darle espacio y dejar que esté ahí? No intentar librarme de él. Si sigo esa reacción que quiere librarse de él, en lenguaje del Dharma estamos en un movimiento de aversión: la aversión es el movimiento reactivo para liberarse de algo. Y si pienso en qué es en realidad el crítico interno, de qué está hecho, cuál es la sustancia que lo conforma, se trata básicamente de la aversión misma. Es una fuerza de aversión: en este caso, aversión a nosotros mismos, a lo que pienso, siento o soy, a mi cuerpo o a lo que sea. Es un movimiento de aversión en sí mismo. ¿Lo veis?

Así que estoy sintiendo algo, hay aversión, y voy a intentar librarme de ello con aversión. Tengo aversión y estoy vertiendo aversión encima. ¿Qué voy a conseguir? Más aversión. Es como echar gasolina al fuego. Sería una reacción comprensible, ese impulso, pero probablemente no siempre vaya a ser útil.

Y es interesante: si el crítico interno está ahí, diciendo estas cosas, chillándome, lo que sea, y le doy solo un poco de espacio, muy fácilmente tendrá la energía y el impulso para crecer y ocuparlo todo, todo ese pequeño espacio que le doy. Sin embargo, si le doy mucho más espacio, si soy muy espacioso cuando surja, daré con algo muy interesante: el crítico interno no puede ocupar todo el espacio. No puede ocupar todo el espacio. Habrá espacio a su alrededor y estaré en una posición muy diferente en relación a él, porque a ese espacio que le rodea pueden llegar otras cualidades del corazón y de la mente, no está abarrotado del crítico interno y las voces de la crítica. Hay espacio alrededor para otras cualidades.

Por ejemplo, has hecho algo o has olvidado hacer algo, o lo que sea, y no ha salido bien. Aquí viene, ahí está de nuevo, a la señal, la voz del crítico interno. Quizás me está gritando, quizás chillándome, acosándome o susurrándome de forma insidiosa. Sea cual sea su manifestación. «Has vuelto a fallar. No sirves para eso. Nunca podrás hacerlo. Siempre serás un fracaso. Eres un perdedor», etc. Cuando esas voces están presentes, el cuerpo experimenta las reverberaciones del dolor. Esas voces aterrizan en la psique. No es que estén flotando por ahí sin llegar a ningún sitio. Aterrizan, por así decirlo, van al cuerpo y empezamos a sentir dolor. Con cada crítica, cada voz, cada opinión, cada conclusión sobre nosotros, se sentirá un dolor, generalmente en el cuerpo.

A veces es muy fuerte y otras muy sutil. Pero es importante conectar con el dolor y sentirlo de verdad, sentir el dolor emocional en el cuerpo. Puede ser sutil. Y, como segundo paso, ¿podría haber una cierta ternura, una cierta compasión o un intento de contener, cuidar de ese dolor? Este dolor, esta contracción, está aquí, en el cuerpo, quizás en el centro del pecho o en la barriga. ¿Puede haber, alrededor de él, algo de cuidado, de calidez que viene a abrazarlo? A veces podemos traer esta calidez o permitir que fluya en torno a lo que está sucediendo. Y otras, en realidad, lo que ayuda es no exigir que esté ahí, sino dejar caer una pregunta con mucha suavidad, como unas pocas piedrecitas en el agua. La pregunta sería: «¿Puede haber compasión? ¿Puede haber algo de calidez hacia este dolor?» El primer paso es sentir el dolor y el segundo es hacer con suavidad la pregunta: «¿Puede haber un sostén para esto? ¿Puede haber algo de cuidado a su alrededor?» No sé el término técnico, pero yo lo llamo la atención plena del huevo escalfado. Ya sabéis cómo es un huevo escalfado: todo blanco alrededor y la yema es el dolor, la herida. Son las reverberaciones del dolor de esta voz. Y el blanco es una calidez que puede envolverlo gracias al espacio.

[9:44] Entonces, la atención plena es realmente atención plena: estamos presentes con lo que hay y sintiéndolo, pero tratamos de permitir y enfatizar una cualidad de amor y compasión en la atención plena. Es diferente de la práctica formal de bondad amorosa; podríamos decir que es una práctica mixta.

(3) A medida que empecemos a hacerlo, a medida que dejemos que esté ahí, que le demos más espacio, a ver si puede haber un poquito de calidez, un poquito de abrazar este dolor, en lugar de desconectarnos de él, de realmente abrazarlo, y así podemos empezar a utilizar la atención plena para investigar más. Esto sería, creo, el número tres. Sí, el tres. El número dos es darle espacio y traer amabilidad a la consciencia. El número tres es utilizar la atención plena para investigar.

Y podemos empezar a preguntar: ¿qué hay realmente ahí? ¿Qué es lo que está realmente presente cuando esta dinámica del crítico interno está en funcionamiento? Parece obvio, ya sé lo que hay. Pero, en realidad, cuando hay un poco de espacio, puedo empezar, en cierto modo, a mirar con más claridad, con más apertura, sin los velos, con más intimidad. ¿Qué hay ahí?

Eso sí, cuando empiezo a mirar, empiezo a ver que pasan todo tipo de cosas, y son diferentes para cada persona. Eso complica a este crítico interno, en parte. No se manifiesta de una sola manera, es un animal bastante complejo. He descrito algunas de las manifestaciones del crítico interno, y unas personas tienen unas y otras tienen otras; muchas cosas pueden estar presentes como parte de esta estructura.

Por ejemplo, a menudo, cuando el crítico interno está ahí, especialmente si lleva ahí años y años o décadas haciendo de las suyas, hemos estado bajo su yugo y algunas personas comienzan a mirar hacia su interior y a darse cuenta de algo con un poco más de claridad. Porque, cuando estamos bajo su yugo, termina estrangulando y reprimiendo algunas de nuestras expresiones y manifestaciones más naturales como seres humanos. Algunos de los aspectos más bellos se ven estrangulados, suprimidos y aplastados. Dos de estos aspectos que a menudo se ven afectados son nuestra expresión personal, nuestra capacidad de expresión, nuestra libertad de expresión y nuestra creatividad. No siempre, pero a menudo esto sucede con el crítico interno, porque no hay autoestima, ni amor propio ni consideración por quienes somos y lo que tenemos que decir y expresar. Hay demasiado miedo en relación a nosotros y a los demás, por lo que la expresión se ve aplastada, la creatividad se ve reprimida. Este es uno de los aspectos.

Y el otro es nuestra capacidad para establecer una intimidad profunda y genuina con otros seres humanos cuando los amamos. Debido al miedo y a la falta de un clima o paisaje interno de amor propio, esta capacidad también se ve ahogada. Es difícil encontrar dos anhelos o necesidades más profundas en el ser humano que estos: expresarse libremente y creativamente, expresar quién se es en esta vida y cómo se siente la existencia, y el deseo de ser cercano, de ser visto y ver, y de amar y ser amado. Es difícil pensar en dos cosas más preciosas que suceden dentro del ser humano. Cuando estas se ven ahogadas e inhibidas, es muy comprensible que la persona sienta una enorme frustración. Si esto lleva pasando años o décadas, puede ser profundamente frustrante. Hay un paso muy pequeño desde la frustración hasta el enfado y de este a la rabia. De hecho, la frustración y el enfado están bastante cerca. Así que cuando en la investigación preguntamos «¿Qué hay ahí?», a veces una persona mira hacia su interior y descubre una enorme cantidad de enfado y rabia. Eso puede ocurrir cuando nos sentimos inhibidos de esta manera: en lugar de rabia dirigida hacia afuera, hay rabia que va hacia dentro, que en algunos mecanismos se convierte en un tipo de depresión. Para algunas personas, la manifestación de la rabia contra sí mismas es en realidad un tipo de depresión. Así que puede manifestarse como rabia o como depresión.

Pero, ¿qué pasaría si, al descubrirlo, empezara a señalar: «Ah, aquí hay rabia. ¿Es rabia?» Y lo expresara con claridad. En lugar de este ataque amorfo del crítico interno, diría: «Ah, rabia». Y empiezo a sentir la rabia como rabia, a sentir su energía, a notar esa cualidad en el cuerpo. Entonces, en cierto modo, soy mucho más específico sobre los diferentes componentes del crítico interno. ¿Qué sucede entonces? Algo puede empezar a liberarse, a clarificarse y, de hecho, a empezar a desempoderar al crítico interno. Si puedo hacer esto y traer ese espacio y esa investigación clara a través de la atención plena, podré ver algo muy interesante: aunque el crítico interno tenga sus raíces en la infancia temprana, quizás incluso antes de que pudiera hablar o comprender verbalmente, es posible que con atención cuidadosa encuentre que lo estoy creando y construyendo cada vez que se manifiesta. Lo estoy creando y construyendo en el presente. Sus raíces podrán ser históricas, pero lo creo y construyo cada vez, en el presente.

¿Cómo? En realidad, lo que hago es unir todos sus componentes. El crítico interno está hecho de muchas cosas distintas, de muchas partes constituyentes. Y, de alguna forma, la mente las une sin darse cuenta. Y acabo con una especie de nube negra y vaga que me oprime, me acosa y me lastra. Son todas estas partes pegadas juntas. ¿Pero qué pasaría si, a través de la claridad de la atención plena, empezara a desentrañar las subpartes? «Ah, sí, hay rabia. ¿Y cuál es la sensación física? ¿Cuál es el dolor? ¿Dónde siento el dolor?» Quizás siento pesadez u opresión en el pecho. Eso es muy específico. Es una subparte de toda esa constelación aglutinada del crítico interno. ¿Cómo es la textura de la mente cuando el crítico interno está operando? ¿Qué tipo de pensamientos hay exactamente? Exactamente. ¿Cuál es el tono de voz si es un crítico interno verbal? ¿Cuál es el tono de voz? Concretamos bastante. Quizás hay sensaciones en otras partes del cuerpo, no solo en el área del corazón.

¿Tuvisteis esos libros de dibujo cuando erais pequeños? Tenían líneas de puntos con números que había que unir para crear un dibujo. ¿Os acordáis? Pues eso es lo que hace la consciencia todo el día: unimos los puntos de diferentes factores de nuestra experiencia para crear, en este caso, un monstruo. Unimos los puntos, los pegamos juntos y no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo. Si podemos empezar a separarlos, a través del espacio que se abre, un poco de espacio, un poco de permitir, y luego mediante la investigación con la atención plena, empiezo a ver que hay puntos individuales que he unido. No hay culpa en eso; es así como funciona la consciencia, haya un crítico interno o no. Es un factor del modo en que funciona la consciencia. No hay culpa. Es algo que queremos revelar y aprender a mirar de forma diferente. Aprender a elegir, quizás, uno de ellos en el que enfocarnos.

¿Cómo sería, por ejemplo, si tuviera un dolor en el corazón y le prestara atención de forma desnuda, simple e íntima? O solamente escuchar la voz y quedarme con ella. Elige un factor y quédate con él, y después de un rato con otro, quizá. De este modo no estamos uniendo los puntos, sino separándolos. Y la cosa no puede dar el salto cuántico hacia un mayor poder, que es lo que sucede al unir los puntos. ¿Entendéis? Solo se trata de crear un poco de espacio y mantener la atención plena y precisa. Somos más precisos a la hora de desgranar ciertas cualidades de la experiencia.

Ese era el número tres. Recordad, con todo esto estoy hablando de práctica, práctica y más práctica. Con la práctica, estas cosas realmente empiezan a manifestar libertad, a abrir estructuras calcificadas y aportar fluidez y espacio.

(4) A veces, incluso antes de que la atención plena se fortalezca, está el cuarto elemento: la capacidad que tenemos de cuestionar al crítico interno. A veces es útil considerarlo como una subpersonalidad. Es como un personaje interior diferente. Algunas personas sienten que son este personaje. Pero es importante empezar a cuestionar al crítico interno. Particularmente en el primero y segundo de esta lista de cinco, hablamos de la bondad amorosa y de traer amabilidad a la consciencia; podríamos decir que son movimientos del corazón, o el corazón abriéndose y expandiéndose. Por supuesto, esto es muy importante y esencial en nuestra práctica. Si logramos suavizarnos aquí, todo empieza a cambiar. Cuando el corazón se suaviza y se abre, todo empieza a sentirse más suave y abierto desde ese lugar, los ojos y todo lo demás.

Pero, por muy importante que sea el corazón, la cabeza también lo es. Esa es nuestra capacidad de cuestionar, de investigar, nuestra capacidad de utilizar el pensamiento y la inteligencia. Tenemos corazón y cabeza, y ambos son importantes. Entonces, ¿qué tipo de preguntas pueden ser liberadoras? ¿Cuáles pueden empezar a socavar el poder del crítico interno?

La primera que uno podría plantearse es: ¿me lo estoy creyendo? Y simplemente dejarla caer hacia el interior: ¿me lo estoy creyendo? ¿Puedo permitir que entre la duda? Hablamos de la duda como un obstáculo, uno de los cinco obstáculos. De hecho, la duda tiene un lado positivo, un lado bonito: nuestra capacidad de ser escépticos y dudar de lo que sucede en nuestra mente, de lo que estamos creyéndonos en cualquier momento. ¿Estoy creyendo en él? ¿Puedo permitir que entre la duda? Puedo ser más específico en esta línea de cuestionamiento. Podría preguntarme: ¿qué es lo que me estoy creyendo? Debo ser muy claro: ¿qué es lo que termino creyéndome cuando esta dinámica del crítico interno está en marcha? ¿Qué es exactamente lo que me estoy creyendo? Puede resultar que sea todo tipo de cosas.

A veces es una conclusión sobre mí que saco basándome en muchas cosas que han sucedido en el ambiente; volveré a eso. Otras veces está más profundamente arraigado. Es como creer que, en el fondo, soy malo, que hay algo en mí que está mal. Y la gente me dice esto, y en realidad lo sé por el pasado. Hay personas que dicen: «Es cuestión de tiempo que la gente me descubra y se dé cuenta de cómo soy y vea que soy malo». Este tipo de miedo siembra el caos en nuestra existencia, es básicamente una creencia existencial incorrecta muy profunda sobre nosotros mismos. Pero, cuando está presente, hay mucho poder envolviéndola, mucho dolor, muchísimo dolor. Si creo que soy malo, no podré vivir en el mundo sin miedo. Cuando existe la creencia de que soy malo o de que hay algo malo en mí, y esta creencia está oculta, acechando ahí debajo, tendré miedo de mí mismo. Tendré miedo de lo que salga de mí en la vida. Tendré miedo a la hora de entablar relaciones. Todo eso. Su poder es enorme a la hora de manifestarse.

De forma parecida, he visto que esa creencia particular de que soy malo tiene su lugar en las adicciones y en los ciclos repetitivos de adicción, porque creer que uno es malo es una especie de vergüenza, y parece que la vergüenza forma parte de la recurrencia del ciclo adictivo. Uno necesita repetir para, de alguna manera, demostrarse a sí mismo la vergüenza que siente, lo cual en realidad no puede tolerar. También lo he visto en personas con trastorno obsesivo-compulsivo, por ejemplo, la gente que se lava las manos de forma compulsiva. Parece, y a veces lo creen, como si pensaran «necesito hacer esto para eliminar toda la impureza que hay fuera», y después de mucha investigación empiezan a decir: «En realidad, lo que pasa es que soy yo quien se siente impuro y, de alguna manera, lo proyecto fuera». Puede manifestarse de muchas formas diferentes.

Hay muchas preguntas. Insisto en que tenemos la capacidad de hacer preguntas, de ser creativos y firmes en el cuestionamiento. Podría preguntar amablemente: «¿Me aporta algo esto?», «¿Me aporta algo este patrón del crítico interno?», «¿Qué me aporta cuando está activo?» Es una pregunta muy interesante. De nuevo, las personas son diferentes y encuentran cosas diferentes. Pero alguien podría descubrir, por ejemplo, que le produce un sentimiento de familiaridad. A lo largo de los años, o incluso décadas, se ha convertido en algo común. Ya lo conozco yz, por doloroso y contraído que sea, es un territorio interno familiar. De hecho, le da una forma de apariencia familiar a mi vida externa y es como mi hogar, en cierto modo, un lugar conocido. Es muy interesante. Y, si esto es lo que he descubierto, luego podría llevar la pregunta más lejos.

Otra persona, o la misma en otro momento, podría hacerse la misma pregunta: «¿Qué me aporta?» y descubrir que le da un sentido de identidad. Aunque sea una identidad mala, horrible, me aporta algo. Sé quién soy: soy un perdedor, un fracaso, un inútil. Y quizá nos aferramos mejor a alguna identidad, por apretada, dolorosa y opresiva que sea, que a no tener ninguna.

O una persona podría descubrir la creencia de que si no estuviese ahí no se levantaría de la cama por la mañana, de que no haría nada, de que sería un perezoso, etc. De acuerdo, muy bien visto. ¿Es así? Esto es un ejemplo, pero es bastante común: una persona estaba dialogando con el crítico interno, cuestionándolo, y descubrió que el movimiento del crítico interno, sus estrategias, estaban tratando de protegerla de avergonzarse a sí misma o de cometer un error en público, y por tanto de ser vulnerable, particularmente al rechazo por parte de los demás. Si la autocrítica era lo suficientemente fuerte y dura como para evitar que actuase, para reprimir su acción y mantenerla limitada, no metería la pata ni sentiría el rechazo, la sensación de no ser amada en una relación, en comunidad o en grupo. Paradójicamente, esta actitud viene de un deseo de protegernos del rechazo y, a veces, de la sensación de no ser amados. Pero, por desgracia, causa más sufrimiento en el proceso del que habría si recibiera algo de rechazo.

Para ella resultó interesante porque lo vio una vez. [28:52] A veces (esto es una regla general sobre los insights), pensamos: «Vale, veré algo y ya lo sabré. Pero los insights rara vez funcionan así. Rara vez. Más bien, este atisbo de algo se convierte en una plataforma, en una semilla, para futuras interacciones con el crítico interno. A veces veo algo una vez, ya sea en relación con el crítico interno o con cualquier otra cosa, podría ser la impermanencia, podría ser cualquier cosa, y eso es suficiente. Estoy prestando atención, llega un insight y listo, se acabó. Quizás. Muy rara vez. Más bien tomamos ese darse cuenta y lo ponemos en la consciencia la próxima vez como un modo de ver y de relacionarnos.

Así que, la siguiente vez que apareció el crítico interno y ella empezó a cuestionarlo, a dialogar con él —hablaremos de esto en un segundo—, pudo anticiparse y preguntarle: «¿Tienes miedo?», «¿Sientes que hay alguna amenaza de la que tienes que protegerme?». Entonces, se volvió hacia él, casi como tendiendo una rama de olivo al crítico interno, con cierto entendimiento, simplemente mirando: «¿Qué está pasando?». Cuando ofreces una rama de olivo, es un gesto, un movimiento de suavidad y apertura. ¿Qué sucede cuando aportamos suavidad y apertura a algo duro? A menudo se suaviza y se abre. En este movimiento, al aprovechar un insight pasado y decidir usarlo como una manera de practicar en el futuro, se volvió una forma muy potente de abrir toda la estructura y de disolverla, y de descubrir un sentido de sí misma completamente nuevo, un punto de vista completamente nuevo del crítico interno: de estabilidad, de fuerza, de espaciosidad y claridad. Un sentido diferente de sí misma. Este es un punto general sobre los insights: lo que vemos, sea por gracia o por lo que sea, necesitamos empezar a usarlo, a usarlo como una manera de mirar.

Entonces, no solo es posible cuestionarlo, sino también dialogar con el crítico interno e, incluso, empezar a hablarle como si fuese un personaje separado. A veces es muy fructífero verlo como un personaje interno. A veces no lo hacemos, lo vemos como una estructura de pensamientos, a lo que ya llegaré. Al dialogar con él, al hablar con esta energía, con esta manifestación, se crea una gran diferencia. En el ejemplo que di antes, cuando esta mujer empezó a ser capaz de preguntarle «¿Tienes miedo?», trajo una energía de amabilidad al diálogo y empezó a comprender qué estaba motivando al crítico interno, empezó a conocerlo a través del diálogo. Este crítico interno gana poder, o más bien le damos poder, si permanece vago y en las sombras. Cuando dialogamos con él, podemos ser muy específicos. Podemos empezar a comprender aspectos de él, o de cómo piensa, digamos, cómo opera, y cuando dialogamos con él de esta manera no permanece en las sombras ni es vago.

Cuando se trata de una fuerza vaga y en la sombra, así es como nos sentimos: hay una nube negra ahí, y miramos hacia otro lado acobardados, maltrechos. Y, al no mirarla no somos específicos y no la abrimos. Su poder reside en su vaguedad, podríamos decir que es una especie de nubosidad. Así que,  puedo volverme hacia él y ayudarle a ser específico hablando, dialogando con él. Por ejemplo, ¿qué es exactamente lo que está juzgando? Si dice que eres un cretino, que eres esto o aquello, lo que sea, ¿qué es exactamente lo que está juzgando? Una de las cosas bonitas del diálogo es que podemos hacerlo más lento y llevarlo al ritmo que sea más útil. A veces, el crítico interno zumba a tal velocidad que es como estar en un vórtice, con todos esos pensamientos atacándonos con violencia. Es demasiado rápido y no podemos seguirle el ritmo. Al dialogar, podemos ralentizarlo y mantener un ritmo al que podamos ir, digerir, comprender y responder. Otras veces el crítico interno se siente bloqueado, como un bloque de cemento, sin ningún movimiento. El diálogo vuelve a introducir cierto dinamismo y movimiento.

Hay muchos caminos para dialogar, pero hay uno muy importante. Si es difícil dialogar con él, simplemente imagino el escenario: empiezo a comprender que me está exigiendo algo, que consiga X o Y, y le pregunto: «Vale, entonces, esto es lo que estás juzgando. ¿Quieres que consiga X, estar con la respiración a la perfección o lo que sea? Si consiguiera X o Y, ¿estarías satisfecho?» [risas] Pregúntale. Quizás diga que sí. Pero estad atentos. Mantened la calma. Aguantad ahí. Porque probablemente está mintiendo. [Risas] Casi seguro que está mintiendo. Preguntad: «¿De verdad? ¿Estás seguro?» Necesitamos ponerlo en duda. Con el tiempo veremos que no dice la verdad, que es irracional y poco servicial, que es un tirano imposible. Si puedo seguir con esta pregunta y hurgar en él, examinarlo con el cuestionamiento, veré que soy más inteligente que él. Vosotros y yo somos más inteligentes que nuestro crítico interno. Sin duda.

Utilizar la inteligencia es algo bastante poco frecuente en nuestra práctica. Hablamos mucho del corazón, y desde luego es muy importante. ¿Pero cómo sería usar la mente pensante, la energía de mi inteligencia, para retar a este crítico interno de forma implacable? Después de todo, él es implacable, no deja de acosarnos. ¿Cómo sería continuar acosándolo con nuestro cuestionamiento? Si dice tal cosa, le decís: «Bueno, ¿y qué pasa con tal otra?» y seguís. «¿En serio? ¿Estarías satisfecho?» Hay una cierta fuerza en nuestra relación con la mente pensante. Es difícil, porque a menudo los meditadores tendemos a considerar los pensamientos como un enemigo y, comprensiblemente, toda la mente pensante es algo respecto a lo que somos muy suspicaces. Pero con el tiempo es posible usar el pensamiento de forma firme y enérgica y que sea realmente nuestro aliado. Iba a poner un ejemplo, pero creo que está bastante claro, ¿no? ¿Sí? Voy con el último.

(5) Se trata de nuestro sentido de poder y de reclamar nuestro poder como seres humanos. Cuando el crítico interno, el juez interno, está en funcionamiento, acosándonos, nos sentimos carentes de poder. Nos sentimos muy débiles y aplastados por lo que está sucediendo. ¿Cómo podríamos reclamar este poder? Es muy importante, pero bastante poco frecuente. Quiero mostrar un camino a través de un ejemplo. Hace un tiempo estaba trabajando con alguien, un practicante de largo recorrido, décadas, de hecho, probablemente más que yo. Estaba explorando una tradición diferente de espiritualidad chamánica, de viajes chamánicos, etc., en la que se les anima a dar nombre a los personajes que encuentran dentro de sí. Al mirar hacia el interior y trabajar con este crítico interno, el nombre que se le ocurrió fue «Hombre del Hacha». Le llamó así y, a continuación, se le animó a sentir de verdad cómo se sentiría ser el Hombre del Hacha. ¿Cómo se sentiría desde ese otro lado? No se trata de estar solo en el lado que lo recibe, sino de habitar realmente al Hombre del Hacha, meterse dentro de él, por así decirlo, sentir cómo se siente, lo que ve y piensa, y verlo desde sus ojos, desde su cabeza. Después de hacer esto durante un tiempo, puedes imaginar que algún otro personaje interno viene a tu ayuda si quieres. En este caso, ató al Hombre del Hacha y lo amordazó, y entonces un águila gigante vino, bajó en picado y se lo llevó, depositándolo en un risco rocoso muy lejano.

Fue bastante interesante, porque se había tomado su tiempo para conectar con el Hombre del Hacha. ¿Pero pudiste conectar también con el águila? El águila es una encarnación —y esta es una palabra muy importante— de poder, de potencial, de fuerza. ¿Cómo sería conectar con el águila y sentir todo esto en el cuerpo, sentir esa fuerza y esa dignidad? Si me tomo el tiempo y realmente lo habito, ¿cómo sería sentir ese poder dentro de mí? (Podría ser otra cosa, si usamos imaginería, y se puede hacer sin imaginería, ya entraré en ello). Y darnos cuenta de que ese poder, contenido en eso, supera con facilidad el poder del crítico interno. No hay comparación.

Esa es solo una vía. Llegado cierto punto, queremos sentir que no se trata del poder del águila, sino de mi poder, es mi poder. Y puedo sentirlo y acceder a él. No me refiero al poder sobre otro ser humano, sino al poder en mí, mi fuerza, mi arraigo, mi vitalidad, mi fuerza vital. En parte lo menciono porque esta persona es y ha sido una practicante a largo plazo. En las sesiones siguientes, hablaba de acceder a veces a este poder y de sentirse accediendo a él. Le pregunté: «¿Puedes encontrarlo ahora? ¿Puedes sentir ese poder ahora?».

Cerró los ojos, se concentró, hizo su meditación y yo estaba ahí sentado con esta persona. Entonces, pude notar que, al ir hacia dentro a través de la meditación, se estaba alejando de ese poder. Estaba perdiendo poder a través de la meditación. Esto va dirigido en parte a aquellos de vosotros que lleváis mucho tiempo meditando. A veces, la meditación puede convertirse, como cualquier otra cosa, en algo que nos hace perder ciertas cualidades o el acceso a ellas a través de la meditación. No tiene por qué ser así, pero en este caso estaba ocurriendo. Necesitaba otras vías para alcanzar ese poder. Me parece muy interesante. ¿Qué estoy haciendo con mi práctica espiritual y con mi meditación a lo largo de los años que quizás no me está sirviendo, que no está abriendo mi plenitud y mi potencial?

Si reflexionamos sobre cómo reclamar nuestro poder, veremos que, cuando el crítico interno es fuerte, sentimos que no tenemos poder. Él lo tiene todo y nosotras estamos aplastadas contra el suelo. Nos sentimos sin poder en relación con ello. Una forma en que el poder se manifiesta es a través del rebelde interno. Sentimos la arremetida del crítico interno y el rebelde interno es, digamos, una manifestación de nuestro poder. Es nuestra fuerza vital, nuestra vitalidad, nuestra «chutzpah» (osadía, coraje, descaro). [Risas] ¿Sabéis lo que es «chutzpah»? ¿Sabéis lo que es «cojones»? [Risas] Nuestra fuerza, nuestro coraje. Aparece de esta manera como un tipo de… no sabe con qué está luchando, pero es el espíritu de lucha. A veces este «no, no» es como poner límites a alguien. «He tenido suficiente, esto no está bien». Uno dice «no», y ese «no» es poder. Se siente. Es diferente de la ira fuera de control, es algo que se puede aprovechar. Estamos empleando la vitalidad y la fuerza vital. Es muy dirigido y muy potente. No es destructivo ni se malgasta en diferentes direcciones, como suele pasar con la ira. Hay algo transformador en ello. Tengo que sentirlo en el cuerpo y empiezo a sentirlo en la tripa, en el pecho, en las piernas, en las extremidades. Tengo que sentirlo en el cuerpo para absorberlo y tener más y más acceso a él.

Otra vía es casi lo contrario. A veces ganamos poder al abrir el corazón, al amar, al aceptar la crítica interna (como decíamos en los primeros puntos de la lista). Porque a veces perdemos poder en una batalla. Es casi lo contrario. A veces uno recupera su sentido de poder y es casi solo a través de las energías del cuerpo, armonizándolas y volviendo a las técnicas de meditación en la respiración de las que hablábamos con el grupo esta mañana. Cuando eso se alinea, hay un sentido de poder y una plenitud naturales y saludables. Cuando me abro a la totalidad de quién soy y estoy presente en mi cuerpo, el poder y el centramiento llegan.

Hay muchas vías más, pero una de ellos, que ya he mencionado, es el pensamiento. Si aprendo a utilizar el pensamiento y la inteligencia, y continúo inspeccionando, respondiendo, cuestionando y haciendo preguntas difíciles, en realidad gano poder a través de mi inteligencia, de mi mente pensante. Es un enfoque poco valorado en el dharma en este momento en Occidente, pues tendemos a pensar que los pensamientos son un problema. También gano poder a través del deseo (no entraré en ello) si tengo una relación adecuada con él.

De acuerdo, creo que voy a parar aquí por ahora y más tarde entraré en el resto de la lista.

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